scritp

martes, 17 de junio de 2014

En primera, no sé si la báscula en que me pesaron estaba bien. Me había pesado --a petición de mi novio-- tres meses antes: había subido un par de kilos con respecto a mi peso de siempre y me sentía bien. Como no tengo básculas en casa ni he sido nunca fanática de ellas, tampoco tengo forma de corroborar el dato. La cinta métrica es otra historia: en la primera crisis de anorexia que tuve lo único de lo que llevaba registro era de las medidas. Y según la cinta tengo 90 de pecho (nunca había dado eso, siempre unos 87-88; 63 de cintura, mi habitual es 62, y 94 de cadera, que es mi parte más ancha y normalmente oscila entre 90-92). No es una gran variación en medidas, y de hecho es imperceptible en la ropa: todo me sigue quedando igual. Pero algo empezó a martillarme en la cabeza.
 
Por el otro lado estaba la marcha madrileña, el canto de sirenas de la vida nocturna. ¿Y cómo no ceder a él? Muchas noches, aún sin la intención de ir de bares terminaba con algunos compañeros bebiendo en una librería, un bar, casa de alguien... de copa en copa y caña en caña hasta que la noche se hacía larga y se encontraba con la madrugada. Y sí, al día siguiente todos íbamos a clase sobrellevando nuestros desvelos y resacas tan bien como el cuerpo nos lo permitiera.


quimico ultra mega ft shelow sheq y NEGRO DL & GD-KING  KR .RENACI2
 http://youtu.be/qfeSKAQD_j0